Las claraboyas con un producto ideal  para aprovechar la luz natural, dado su bajo costo comparado con las ventajas que proporciona. Son decorativas, duraderas y resistentes, proporcionan una mayor difusión y reparto uniforme de la luz.

Las claraboyas están formadas por varios elementos fundamentales:

• Zócalo:

El zócalo está fabricado con resina de poliéster reforzado con fibra de vidrio PRFV, con aislamiento térmico lateral tipo sándwich a base de espuma de poliuretano a fin de obtener mayor resistencia y alto índice de aislamiento. El perfil ha sido estudiado de forma que tenga la mayor apertura de paso de luz. A pesar de la rigidez de su estructura, la faldilla o ala de asiento es lo más blanda posible, al objeto de que se adapte fácilmente a las irregularidades de la cubierta y reciba bien las capas de impermeabilizante. El acabado interior del zócalo se realiza con Gel-Coat de color blanco. La altura del zócalo es de 15 cm.

• Cúpula:

Fabricadas en metacrilato de cola o extrusión blanco hielo con un espesor de pared de 3 o 4 mm (dependiendo de la medida o modelo). Presenta una elevada resistencia al impacto (unas 17 veces superior a la del vidrio).

El color blanco hielo utilizado normalmente para su fabricacion permita una difusión luminosa, impidiendo la concentración de rayos solares tan molestos para la visión.

Debido a la forma de la cúpula y a la ranura de circulación de aire entre cúpula y zócalo, ayuda a evitar la condensación de agua. Sin embargo, en circunstancias de alto grado de humedad ambiental y casos de un rápido enfriamiento de la atmosfera exterior, es aconsejable disponer de claraboyas bivalvas para que su mayor aislamiento impida un enfriamiento excesivamente rápido, disminuyendo el riesgo de formación de condensaciones en la cara interna de la cúpula y mejorando el aislamiento.

Siempre es aconsejable el empleo de claraboyas bivalvas en locales provistos de aire acondicionado, zonas costeras, de montaña, y siempre que se quiera cuidar el aislamiento térmico y acústico del edificio.

La forma de la cúpula es parabólica, moldeada mediante presión de aire y procesos de enfriamiento lento, que obliga a que la cúpula adopte una forma sensiblemente esférica, que es la máxima rigidez propia y resistencia mecánica a todo tipo de esfuerzos.